.El Juicio Final.
Silencio.
El silencio siempre me hizo sospechar que alguien me vigilaba. Es el sentimiento humano de que uno no está solo, por muy tranquilo que se encuentre en su lecho a oscuras y sin nadie alrededor. Puedes notar sus ojos deleitándose con tu cuerpo, tus facciones, tus sueños y tu respiración. Cuando cae uno pesadamente en el colchón de su lecho y siente que el día acaba... ahí está el rincón más iluminado y tu sensación de sospecha.
La soledad siempre nos acompaña, es nuestro mágico guía que no cesa en su empeño en demostrarnos la belleza del silencio. Pero tras la nada, tras esa espesa nada, hay algo. Una grieta que se abre en una pared imaginaria, un mundo distinto, que a veces se muestra a “los iluminados”.
-Y dices que mañana conseguirás que otro millar de almas entre en él cielo.-
Esa frase, no tiene nada que ver contigo y la televisión está apagada.
-Sí, así es.-
Notas un aroma extraño, como si tuvieras tu cuarto repletos de flores y notaras que una dulce sensación te trasportara por completo. Te recuerda al huerto de tu abuelo, incluso recreas el sol dulce que bronceaba levemente tu piel en aquellos plácidos veranos de tu niñez.
-El sufrimiento purifica el alma.-
-No, no es como crees. No tienen la culpa y yo estoy cansado.-
-Mi amor cuesta obtenerlo, pero cuando lo tienes sientes paz ¿no es así?-
-Sí, tu luz.-
Cierras instintivamente los ojos, no quieres mirar, y te tapas estúpidamente la cabeza. ¡Qué estupidez! ¡Pero que humano!
-Te toca.-
Susurra una de esas voces. Sabes que son dos. Ambas son dulces, atractivas, varoniles y sacadas de un eco como de otro mundo. Sí, porque tiene que ser de otro mundo. Y tú como gallina bajo las sábanas, algún día empollaras un huevo tan grande como el de un avestruz.
-¡Haces trampa!-
-Nunca hago trampas, tan sólo eres un mal adversario.-
-¡Por favor! ¡Llevo milenios siéndolo!-
Entonces ya no puedes con la curiosidad. Intentas no destaparte demasiado y miras por el borde de la ropa de cama. Tus ojos no pueden creer lo que están viendo. Un hermoso ángel de cabellos dorados y sedosos juega al ajedrez con Jesús. A tu alrededor está tu habitación, pero en un hueco ves como otro mundo y una conversación extraña. ¡Por favor! ¡Si tú no crees en Dios! ¡Eres Ateo! ¡Sólo crees en ti! ¡Y eso como mucho! ¡Pero ahí están ellos dos discutiendo como si no importara que tú los escucharas! ¡Maldito seas!
-Sí, mi hermoso Acusador.-
Dice Jesús con una dulce sonrisa, algo burlona.
-Ayudaría más a los humanos si no me hicieras llevar patas de macho cabrío, además son incómodas cuando tengo que rescatar almas en el gran manicomio que es el infierno.-
-No te quejes, tú mismo dijiste que podrías hacerlo mejor que yo. Estás donde estás por tu orgullo, por tu terquedad, por tu...
-Por mi bocaza, por el pecado de la carne y por sentirme atraído en demasía por los seres humanos y sus almas.-
Responde frunciendo sus cejas, cejas rubias y poco pobladas. Unas cejas perfectas para el marco de esos ojos azules de color intenso. El miedo te puede. Están hablando como si nada. El demonio ni es tan horrendo, ni Dios parece tan condenatorio. Son dos humanos más, salvo por su resplandor y su conversación. ¡Y juegan al ajedrez!
-Mañana seguimos la partida, mismo lugar y misma hora.-
Comenta Dios levantándose de su roca.
-Mi señor.-
Susurra, pero lo único que tiene es una luz cegadora muy agradable y un silencio intenso.
Entonces entiendes que pronto llegará tu juicio final, pero para ese día habrás perdido la racionalidad. Sientes que tu corazón sigue palpitando. Sabes que no ha sido un sueño. Algo a ocurrido y tú has sido testigo.
a la batalla inigualable del Bien y el Mal
también la belleza de jugar con lo que es y no es.
Porque ni todos los malos son tan malos, ni todos los buenos son tan buenos
todos tenemos nuestro punto de vista, nuestras discusiones, y eso es algo muy humano...
algo que puede ensoñarse y sentir como ocurre en todos los estratos.
Dedicado a Javier
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